Obesidad, sobrepeso, cintura abdominal, son palabras que usamos a menudo y que conviven habitualmente con nosotros, aunque la mayoría de veces no reflexionemos sobre lo que se esconde detrás de ellas. Somos conscientes de que no nos sentimos a gusto con lo que comportan pero en general somos perezosos para abordarlas. ¿Por qué actuamos rápidamente ante cualquier problema médico y nos tomamos con calma el abordar un problema de salud tan importante como la obesidad, el sobrepeso y la cintura abdominal?
En este artículo vamos a mencionar un término que a medida que pase el tiempo irá adquiriendo mayor relevancia. Ya no se trata de hablar sobre obesidad o cintura abdominal u otros términos similares de forma aislada, sino que vamos a hablar del síndrome metabólico en su conjunto.
¿Qué entendemos por Síndrome Metabólico?
El Síndrome Metabólico es un conjunto de anomalías metabólicas que agrupan diversos trastornos relacionados con la salud y que suelen presentarse al mismo tiempo, como la obesidad central o llamada cintura abdominal, la resistencia a la insulina que genera la diabetes tipo 2 (la que no requiere insulina), la hipertensión arterial, los niveles altos de triglicéridos y de colesterol. A esto además, deberíamos añadir el tabaquismo, el sedentarismo, la ingesta de alcohol, entre otros.
¿Cómo se manifiesta el Síndrome Metabólico?
Generalmente el peligro acecha y no avisa, es silencioso, se esconde y no se manifiesta hasta que lo tienes encima. Así es como se comporta este Síndrome Metabólico, de forma silenciosa y de hecho los pacientes que lo desarrollan permanecen ajenos a su existencia hasta que no es diagnosticado por un médico, que casi siempre lo hace de forma fortuita o en algún control rutinario. Afecta a cualquier rango de población, siendo más frecuente mientras más desarrollada esté, o en los países con altos niveles de calidad de vida.
Podemos estimar que afecta al 20% aproximado de la población en países como España, y algo más en los EEUU, y afecta especialmente a personas de entre los 35 y 50 años de edad, aunque empieza a detectarse un alarmante aumento entre la población infantil.
Síntomas del Síndrome Metabólico
No hay ninguno en concreto, pero una revisión de nuestra situación personal, nos permitirá intuir si estamos ante ella. Esta situación personal nos la mostrará el hecho de presentar obesidad abdominal, hipertensión arterial, diabetes, colesterol, intolerancia a la glucosa, niveles alto de triglicéridos, y hábitos dietéticos poco saludables, además de ser fumador, bebedor, sedentarismo , grasas, estrés, ingesta de dulces y de bebidas azucaradas.
Se está hablando, también de una predisposición genética, en personas con antecedentes familiares. En definitiva esta enfermedad puede afectar a cualquier persona, pero la forma de vida y el hábito dietético conforman la posibilidad de desarrollar el Síndrome Metabólico.
Repercursiones del Síndrome Metabólico
A priori todas las relacionadas con las patologías que engloba. No obstante si las miramos de forma globalizada, la repercusión más importante sería la afectación del árbol vascular con el deterioro de arteriolas y arterias y lo que esto significa. El organismo nos da siempre, señales de alarma que no queremos escuchar o entender. Por ejemplo y en relación a nuestra especialidad, una de las señales de alarma más frecuentes que podemos identificar, es la disfunción eréctil en el hombre. Esto nos está indicando que hay una obstrucción o afectación de arterias cavernosas y profundas de los senos cavernosos, de tamaño pequeño. Por ejemplo, cuando tenemos una cefalea durante varios días seguidos.
Lo más normal es que consultemos al médico esta situación, que por lo general es banal. En este caso el médico nos indicará que se debe posiblemente a una hipertensión inicial e iniciará un tratamiento o bien modificara el que ya tengamos. En cambio, cuando tenemos una disfunción eréctil, solemos callarnos durante tiempo, incluso años. ¿Por qué? Por tabúes, por vergüenza… Para nosotros la repercusión mayor al margen de los propios riesgos que comporta, es el que se aborde debidamente.
Diagnóstico del Síndrome Metabólico
El diagnóstico depende del criterio con el que se plantee la identificación del cuadro y del paciente. Hay diferentes especialistas que lo manejan y diagnostican, aunque no siempre con el mismo objetivo. De forma concreta, podemos hablar de Síndrome Metabólico cuando nos encontramos con un paciente que presenta diabetes Mellitus tipo 2, intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina y como mínimo dos de las siguientes alteraciones, presión arterial alta, nivel alto de triglicéridos, colesterol HDL por debajo de niveles normales, índice de masa corporal superior a 30, y micro albuminuria.
El diagnóstico se ha de basar fundamentalmente en la historia clínica y apoyarse en las pruebas complementarias (analítica apropiada), además de la exploración física, incluyendo la medición del perímetro abdominal, control de la presión arterial, revisión cardiológica (ECG), pulmonar (peak flow), palpación de pulsos periféricos y en caso de pacientes diabéticos, realizar un fondo de ojo, examen de los pies, y valoración neurológica a través de los reflejos y sensibilidad.
Tratamiento del Síndrome Metabólico
El mejor tratamiento depende siempre del compromiso del paciente para su cumplimentación. Es decir, la voluntad del enfermo de controlar esta enfermedad y su capacidad para hacer frente a la misma. Es por ello que antes de entrar en la farmacología, debe negociarse con el propio paciente un tratamiento personal basado en temas de nutrición, dietética y ejercicio físico. Es esencial la reducción de la obesidad central. Lo más prudente es procurar andar una media de 20 minutos al día, reducir el sedentarismo, eliminar el tabaco y los excitantes, así como asumir como un compromiso personal para alcanzar unos objetivos.
No hemos de olvidar que este síndrome está compuesto por varias enfermedades con identidad propia cada una de ellas. Cada una de ellas por separado, necesita un abordaje y tratamiento particular.
En el caso de ser un tratamiento farmacológico, es responsabilidad del médico evaluar tras su diagnóstico la necesidad o no de tratar de forma individual o conjunta este síndrome. Es siempre lógico y aconsejable un abordaje multifactorial del cuadro, pero siempre buscando objetivos realizables y alcanzables. Será necesario el optimizar el uso de los medicamentos que deben perseguir el control en cifras normales de la Tensión Arterial, las cifras de Glicemia, los niveles de lípidos, etc. Si fuera necesario se debería incluir ciertos medicamentos para ayudar a la disminución de peso.
Lo más adecuado en todo caso es consultar a un especialista que entienda y maneje con claridad el Síndrome Metabólico de forma global y no parcial.
Conclusión: Entendemos la obesidad como una epidemia del siglo, además del estrés y las depresiones. La medicina se ocupa del manejo de las mismas y utiliza tratamientos lo menos agresivos posibles y más eficaces, al tiempo que los medios de comunicación ayudan a divulgar mediante campañas informativas la necesidad de no jugar con la salud. No obstante tenemos un hándicap importante, que es la propia resistencia inconsciente a veces de que el propio paciente asuma los compromisos necesarios para implicarse directamente en el control de sus propias enfermedades y hacerlo además de una forma global.
Sabemos que el tabaco mata, que el ejercicio moderado y habitual proporciona beneficios a nuestro cuerpo, que una buena alimentación nos proporciona las defensas necesarias para combatir miles de enfermedades, pero ¿hacemos caso? Debemos atender y conocer cuáles son las señales de alarma que nos emite permanentemente nuestro organismo para poder protegernos de las enfermedades que hay detrás de estas alarmas.